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¡Subsidio! ¡Subsidio! ¡Subsidio!

Por: Prof. Stalin Vargas M., EX PRESIDENTE UNE NACIONAL

Sí, esa palabra que para los representantes de la Cámara de Industrias y Producción, la Cámara de Comercio de Guayaquil y el Comité Empresarial Ecuatoriano es una mala palabra. Ahora piden a gritos el subsidio y envían a sus voceros a los grandes medios de comunicación para plantear su relato y justificar la necesidad del diésel eléctrico.

La ineficiencia de las clases dominantes para asegurar la provisión de electricidad, su incumplimiento del Plan Maestro de Electricidad, la falta de asignación de recursos para el mantenimiento del parque termoeléctrico y la falta de medidas para los periodos de estiaje, que son parte de la realidad geográfica que vivimos, han provocado apagones de hasta 14 horas diarias.

Este es el pretexto perfecto de las Cámaras para pedir a gritos que se les entregue el diésel eléctrico, es decir, el diésel subsidiado para impulsar la autogeneración eléctrica. Actualmente, el diésel para la industria cuesta 3,23 dólares. Ellos quieren que se les entregue a solo 0,92 centavos de dólar para no perder competitividad, es decir, buscan un subsidio de 2,31 dólares por cada galón de diésel.

El subsidio al diésel eléctrico para el sector industrial sería de unos 80 millones de dólares al año. A esto hay que sumar el subsidio de 100 millones de dólares anuales que reciben las mineras, ya que el Estado les cobra solo 5 centavos de dólar el kilovatio/hora, mientras que el común de los ecuatorianos debe pagar de 12 a 16 centavos de dólar el kilovatio hora.

Los industriales quieren que el subsidio eléctrico sea para el diésel premium que importa Petroecuador, siendo este el más caro y el que sube constantemente de precio. Además, buscan un beneficio de 2,31 dólares por galón de diésel, muy por encima del 1,26 dólar por galón de subsidio que recibe el sector del transporte público y pesado.

Si comparamos el subsidio del diésel eléctrico con el subsidio a las gasolinas extra y Ecopaís, encontramos que ellos reclaman 2,31 dólares por galón, mientras que la gasolina extra tiene un subsidio de 0,57 centavos de dólar y la gasolina Ecopaís un subsidio de 0,69 centavos de dólar. Es un negocio muy favorable económicamente para los industriales en la autogeneración eléctrica.

El desesperado grito de las Cámaras de Comercio, Industrias y Exportadores pidiendo subsidios para la autogeneración eléctrica contrasta con la campaña que han realizado durante años en contra de los subsidios a los combustibles. Han argumentado que las gasolinas, el diésel y el gas deben estar a precios internacionales, ignorando que el cilindro de 15 kilos de gas de uso doméstico se vende a 15 dólares. Han aplaudido la venta de gasolina súper con el sistema de bandas de precios y ahora celebran también la venta a precios internacionales de las gasolinas extra, Ecopaís y el diésel.

Cuando los grandes empresarios quieren los subsidios, son buenos y necesarios. Pero cuando se trata de subsidiar a los más pobres y a los sectores medios de la población, dicen que el subsidio es malo, perjudica al presupuesto, contribuye al déficit fiscal, y beneficia a los narcotraficantes y a quienes viven del Estado.

Aquí está la doble cara, la doble moral de las clases dominantes. Debemos denunciarlos y no permitir que sigan aprovechándose de la riqueza nacional.

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