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Haití el laboratorio del FMI 

 

En la última semana se reportó, por todos los medios de comunicación, la crisis que se vive en Haití. Se afirmó que en el país caribeño, bandas delincuenciales atacaron instituciones estatales como comisarías de Policía, edificios gubernamentales y prisiones. Esta realidad se ha ido deteriorando; en las primeras semanas del mes de marzo, se visualizó con mayor fuerza el espiral de violencia que se vive. Las Naciones Unidas estimaron que el 80% de la ciudad capital, Puerto Príncipe, estaba bajo el control de las bandas criminales, y estas se fortificaron con el asalto a dos prisiones, en las que se escaparon unos 4.500 reclusos.

Muchos analistas señalan que la crisis de Haití se fraguó muchos años antes, cuando el descontento popular creció y se produjeron movilizaciones en el año 2019, dirigidas cada vez más contra el presidente Jovenel Moïse, acusado de corrupción. Como consecuencia de las protestas, no se celebraron las siguientes elecciones y Moïse gobernó cada vez más por decreto. En julio de 2021, Moïse fue asesinado por desconocidos en su residencia oficial. Desde entonces, Ariel Henry, que acababa de ser elegido por él como primer ministro, dirige los destinos del país, también como presidente interino. Desde el asesinato de Moïse, el orden público se ha visto sometido a una presión aún mayor.

¿Cuáles son las razones de esta crisis?

Se han manifestado diferentes reflexiones sobre el origen de la crisis que se vive en la actualidad. Algunos analistas han señalado sus criterios desde la independencia que realizaron los pobladores haitianos de Francia en el año de 1804, lo que convirtió a Haití en el único país del hemisferio occidental que consiguió abolir el dominio colonial bajo el liderazgo de ex esclavos negros.

Otros analistas, en cambio, han puesto su punto de enfoque en las bandas delincuenciales como las principales causantes de la crisis de seguridad. De ahí han surgido criterios como los planteados por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien aseguró que su gobierno puede solucionar la crisis de violencia que va en aumento en Haití.

Lo que realmente dejan a un lado estos criterios son las verdaderas causas de las cuales surgen los problemas de inseguridad. Ya que estos son el resultado de cómo se han acatado las disposiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), convirtiéndose en un laboratorio de ejecución de las políticas fondomonetaristas.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha tenido una presencia significativa en Haití a lo largo de los años, brindando asistencia financiera y orientación política. En Haití se han aplicado las recetas de ajuste estructural que no han tenido en cuenta las particularidades del país, generando un impacto en la economía, la política y la sociedad haitiana.

Por diferentes razones, como los desastres naturales o los conflictos sociales y políticos, el FMI ha encontrado excusas para intervenir en varias ocasiones en Haití, impulsando el endeudamiento exterior e imponiendo recetas políticas y económicas, como por ejemplo, la eliminación de subsidios a los combustibles, lo que generó en 2019 una movilización muy alta en rechazo a estas medidas.

Por recomendación del FMI, Haití llegó a diferentes acuerdos para reducir drásticamente los impuestos a la importación de este producto para favorecer el ingreso de arroz de Estados Unidos. Esto llevó a que el país se volviera dependiente de las importaciones de arroz y a la destrucción de gran parte de la producción local. En lugar de apoyar a los campesinos haitianos, estas políticas fomentaron la dependencia de alimentos importados, lo que afectó negativamente la seguridad alimentaria en el país.

Las tierras que podían ser utilizadas para la agricultura fueron afectadas por la actividad minera. Por recomendación del Banco Mundial y el FMI entre los años 2006 y 2013, el gobierno haitiano concedió más de 50 permisos de explotación minera a tres empresas estadounidenses y canadienses para explorar las tierras que ocupan decenas de comunidades en la región norte de Haití.

Entre las políticas planteadas por el FMI se encontraba la reducción del Estado, lo que produjo un recorte en el personal de sectores importantes, entre los que se encuentra la educación, la salud y sectores básicos. Con una población de 11 millones 724 mil 764 habitantes, tras haber crecido más del 40 por ciento desde el año 2000, la población joven, con una edad media de 24,3 años en 2021, y una esperanza de vida de 64,8 años, la escolaridad en Haití enfrenta desafíos significativos. Cerca de la mitad de los haitianos mayores de 15 años son analfabetos y tan solo aproximadamente el 50 por ciento de los niños han completado la escuela primaria. La seguridad se ha visto tan afectada que el gobierno pagó 100 millones de dólares al Gobierno de Kenia para que se haga cargo de esta área.

La realidad de Haití confirma que la imposición de las medidas del FMI y su cumplimiento a rajatabla genera una situación de crisis muy compleja, en donde los principales perjudicados son los trabajadores y los pueblos, mientras que los millonarios, como es el caso de las élites haitianas, que dominan el país desde República Dominicana o Miami.

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