VUELVEN CORTES DE LUZ DE 8 HORAS
El pasado 8 de noviembre de 2024, la ministra de Energía y Minas encargada, Inés Manzano, confirmó que el gobierno no podrá seguir manteniendo los actuales cortes de luz de seis horas diarias. A partir del domingo 10 de noviembre y hasta el jueves 14 de noviembre, los apagones se extenderán a ocho horas diarias, un incremento significativo que refleja la agudización de la crisis energética que atraviesa el país.
El anuncio de la ministra llega en un contexto de severa preocupación. Manzano explicó que la razón de los cortes de luz es la falta de lluvias suficientes en la zona de Coca Codo Sinclair, una de las principales hidroeléctricas del país. La escasez de precipitaciones ha reducido drásticamente la capacidad de generación de energía hidroeléctrica, que depende directamente de las lluvias. Aunque las autoridades esperan que haya lluvias durante este fin de semana, los pronósticos no son alentadores, ya que no se esperan lluvias continuas que puedan solventar la crisis en el mediano plazo.
El gobierno ha argumentado que la decisión de aumentar la duración de los apagones también responde a la necesidad de mitigar el impacto en la economía nacional y en los negocios del país. Sin embargo, la ampliación de los cortes de luz no solo afectará a las empresas y comercios, sino también a la vida diaria de los ciudadanos, especialmente a los sectores más vulnerables que dependen de la electricidad para actividades esenciales. La ministra no dudó en reconocer que la situación obligará a la población a acostumbrarse a un ritmo de apagones que cambiará cada semana, sin una estabilidad clara en el suministro.
El panorama descrito por Manzano señala que la crisis energética no es algo temporal ni fácilmente resoluble. De hecho, al referirse a la situación como una «crisis dinámica», la ministra parece anticipar que los cortes podrían prolongarse y multiplicarse en los próximos meses si las condiciones climáticas no mejoran. Esto no solo refleja una crisis del presente, sino también un déficit estructural en la gestión energética del país, que podría tener consecuencias mucho más profundas si no se adoptan medidas urgentes para diversificar las fuentes de energía y fomentar la eficiencia energética.
La transición de seis a ocho horas de cortes de luz no es solo un incremento de tiempo; es también una manifestación de la falta de preparación y la ausencia de políticas energéticas sostenibles por parte del gobierno. Si bien es comprensible que los fenómenos climáticos como la sequía afecten la generación de energía, también se evidencia la vulnerabilidad del país ante crisis de este tipo, derivada de una dependencia excesiva de la energía hidroeléctrica. La situación podría haber sido mitigada si se hubieran adoptado con anticipación estrategias de diversificación en la matriz energética, como el impulso a las energías renovables o la inversión en infraestructura de almacenamiento de energía.
El aumento de los apagones no solo es un desafío para el gobierno de Daniel Noboa, sino también para la gobernabilidad democrática. Las dificultades económicas, el malestar social y la incertidumbre sobre el futuro energético del país ponen en jaque la estabilidad del gobierno, que deberá responder no solo a las expectativas de los sectores productivos, sino también a las demandas de un pueblo que ya enfrenta una situación económica compleja. En este contexto, la transparencia y la acción efectiva se convierten en la clave para evitar que la crisis energética se convierta en un conflicto social aún mayor.
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