SECTOR DE LA SALUD EN ECUADOR EN ESTADO CRÍTICO
El ministro de Salud, Antonio Naranjo, ha declarado que seis hospitales públicos en Ecuador requieren atención inmediata, evidenciando una crisis que se agrava casi un año después de que Daniel Noboa asumiera la presidencia. Esta situación no solo pone de relieve la ineficacia de su gestión, sino que también expone el desinterés del gobierno en garantizar condiciones dignas para la atención de la población.
A pesar de las promesas de mejora, el presidente Noboa ha establecido un plazo de 90 días para optimizar el funcionamiento de los equipos hospitalarios, un intento fallido que ha resultado en avances mínimos y frustrantes. Los problemas estructurales y de equipamiento en los hospitales, especialmente en el histórico Hospital de Babahoyo y otros como los de Zamora, Vinces, Riobamba (pediátrico) y el Universitario de Guayaquil, continúan sin resolverse, dejando a la población en una situación precaria.
En una reciente entrevista, Naranjo admitió las dificultades del gobierno para cumplir con sus objetivos. Aunque se han reparado algunos tomógrafos y se han adquirido nuevos equipos, la escasez de recursos sigue siendo un obstáculo insuperable. De los ocho tomógrafos recién comprados, solo tres están en funcionamiento, lo que plantea serias dudas sobre la capacidad del gobierno para ofrecer soluciones efectivas.
Además, el anuncio de la implementación de una historia clínica electrónica parece más un intento de desviar la atención de las fallas en la gestión que una verdadera solución a los problemas del sistema de salud. La propuesta de actualizar el cuadro de medicamentos a finales de 2024 es, igualmente, una promesa que suena vacía ante la urgencia de la situación actual.
A nivel nacional, aunque el Ministerio de Salud reporta un abastecimiento del 84% en medicamentos y del 83% en insumos médicos, estas cifras son engañosas. En muchas unidades de salud, la falta de recursos es más que evidente, reflejando una administración que sigue siendo deficiente y desorganizada.
La descentralización del sistema de salud, lejos de ser una solución, ha contribuido a su sobrecarga y ha dificultado la atención adecuada de los ciudadanos. Bajo el mandato de Noboa, las expectativas de mejora parecen cada vez más lejanas, dejando a la población a merced de un sistema que no cumple con sus necesidades básicas y que, en última instancia, refleja un gobierno que no prioriza la salud pública.
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