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La crisis energética en Ecuador: una falla del gobierno

La central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, pieza clave del suministro eléctrico en Ecuador, se encuentra en una situación crítica. El Ministerio de Energía y Minas informó que la planta ha acumulado una cantidad de sedimentos superior a las 1,000 partes por millón, obligando a su paralización. Este problema no solo afecta a Coca Codo Sinclair, sino también a otras hidroeléctricas como Agoyán y San Francisco, que están fuera de operación.

El desarenador de Coca Codo Sinclair, encargado de retener partículas sólidas para evitar daños en las turbinas, ha demostrado ser defectuoso. A pesar de estar diseñado con ocho cámaras con rejillas para sedimentar partículas de 0.25 milímetros o más, su mala construcción ha llevado a múltiples interrupciones operativas, obligando a los operadores a retirar manualmente los sedimentos. Desde el inicio de 2024, la hidroeléctrica se ha paralizado más de 20 veces, algunas por más de ocho horas, y desde 2023, las paralizaciones se acercan a la treintena.

La crisis no se limita a Coca Codo Sinclair. El parque hidroeléctrico de Ecuador ha visto una reducción significativa en su capacidad operativa, manteniéndose en un 78% el lunes 17 de junio, comparado con el 90% registrado dos días antes. La hidroeléctrica Molino está generando solo el 45% de la energía, Sopladora el 11% y Mazar el 6%. En respuesta, el país ha incrementado las importaciones de energía desde Colombia y ha utilizado toda la planta térmica disponible.

Además, problemas estructurales y técnicos afectan a otras represas clave en el sector eléctrico. El embalse de Mazar está a solo 0.45 metros de alcanzar su nivel máximo, mientras que el embalse Amaluza ya ha sobrepasado este nivel. Pese a estos embalses llenos, se producen cortes de electricidad porque el agua de la Cuenca de Paute, que alimenta a las hidroeléctricas Mazar, Paute y Sopladora, solo abastece un 35% del sistema eléctrico.

Coca Codo Sinclair, que proporciona el 25% de la demanda eléctrica del país, está en constante riesgo de colapsar debido a los sedimentos, la erosión regresiva del río Coca y las fisuras en los distribuidores. Esta situación pone de manifiesto una gestión gubernamental deficiente y la falta de previsión en la infraestructura energética del país. Es imperativo que se tomen medidas inmediatas y efectivas para solucionar estos problemas y garantizar la estabilidad energética de Ecuador. El gobierno debe rendir cuentas por estos fallos y trabajar para prevenir futuros colapsos en el sistema eléctrico.

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