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La educación en Ecuador enfrenta una crisis múltiple que amenaza con dejar a miles de jóvenes fuera del sistema educativo. Según Andrés Quishpe, presidente de la Unión Nacional de Educadores (UNE), el problema de la deserción escolar se ha intensificado en el régimen Costa, con un preocupante 29% de abandono en ciudades como Durán, Guayaquil y Manta. Este fenómeno, impulsado por la violencia, la pobreza y la migración, está creando una situación insostenible para el futuro educativo del país.

La situación es aún más alarmante en la provincia de Azuay, donde el 40% de los estudiantes han abandonado las aulas. «En muchas de estas comunidades, las escuelas no tienen idea de dónde están sus estudiantes. Se presume que la mayoría de ellos han migrado con sus familias a Estados Unidos, tomando rutas ilegales en busca de un mejor futuro», explicó Quishpe.

Este problema de deserción no es nuevo, pero se ha agravado en los últimos años debido a la creciente inseguridad y la falta de oportunidades económicas. En el régimen Sierra, 50.000 estudiantes abandonaron las aulas durante el pasado año lectivo, y se estima que otros 64.000 no regresaron al inicio del año escolar en el régimen Costa.

Quishpe criticó duramente la respuesta del gobierno, afirmando que hasta el momento no se han implementado políticas efectivas para abordar esta crisis. «El gobierno no ha hecho nada para reintegrar a estos estudiantes al sistema educativo. Estamos perdiendo una generación entera, y la respuesta del Estado ha sido totalmente insuficiente», señaló.

La migración se ha convertido en una de las principales razones detrás de este fenómeno. Según organizaciones de derechos humanos, el número de ecuatorianos que intenta cruzar la frontera hacia Estados Unidos ha aumentado en un 25% en el último año. Muchas familias, desesperadas por escapar de la violencia y la pobreza, ven en la migración su única opción, lo que a menudo implica sacar a sus hijos de las escuelas para emprender un peligroso viaje al norte.

Las autoridades educativas han reconocido el problema, pero hasta ahora no han presentado un plan concreto para detener la deserción escolar. Mientras tanto, los docentes y las organizaciones sociales siguen exigiendo medidas urgentes para frenar esta tendencia y garantizar que todos los niños y jóvenes tengan acceso a una educación de calidad.

Este panorama presenta un desafío monumental para el sistema educativo ecuatoriano, que ya enfrentaba problemas estructurales antes de esta crisis. Con cada día que pasa, más estudiantes se ven obligados a abandonar sus estudios, lo que plantea serias dudas sobre el futuro del país.

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